Julio Calcagno:

“A las nuevas generaciones les estamos dejando un mundo que no me gusta”

Destacado / 20 enero, 2020 / Alfredo Percovich / La República

Afuera la lluvia cae sobre Montevideo con aire de alivio necesario. Enero agobia casi siempre en modo cemento. Entre baches y ausencias, los adoquines sostienen el paso del tiempo en una calle tranquila de siempre, en un barrio de antes.
Julio Calcagno nos espera con su sonrisa cómplice, entrañable y con la picardía propia de una leyenda con los pies en el barrio, de aquel que vivió parte de su infancia a la intemperie de todo. Detesta que lo llamen `maestro`. Desconfía de elogios y reconocimientos públicos.
`¿Y vos estás seguro que los nuevos me consideran una referencia de algo?`. Ríe y se emociona dejando abierta tanta belleza del alma. Por estos días, Calcagno ha vuelto a la sala Campodónico de la Institución Teatral El Galpón con la obra `El Padre` del francés Florian Zeller y dirección de Héctor Guido, una comedia dramática sobre la vejez y los estragos que causa una enfermedad devastadora como el Alzhéimer.

`La cultura en general y el teatro en particular, tienen un rol que cumplir para hacer que la sociedad sea un poco mejor. El teatro independiente da sus batallas todos los días. Pero realmente todo es muy difícil porque las dificultades las vemos a diario, están por todas partes: el consumo desenfrenado como obsesión por tener más y sobre todo, que se han perdido valores, eso es terrible. Por momentos me da la sensación que estuviera viviendo en un mundo de ciencia ficción. Odio los celulares, no los aguanto, y no creo que la comunicación haya mejorado a partir de los celulares, al contrario, la gente se habla pero no se mira a los ojos. Y algo tremendo, no entiendo que vengan robots a dar conferencias`.

Calcagno aludía a la conferencia desarrollada por Sophía, la primera robot ciudadana del mundo, que habló en el America Business Forum de Punta del Este a principios del 2019. `Me asusté, me vino pánico cuando supe que ese robot iba a dar una conferencia. Como tampoco entiendo que haya robots que cuiden chiquitines y que elijan los juegos de nuestros hijos`.

Lo humano está en cada rincón de la vida de Julio Calcagno. En su casa, hay pinturas, placas, premios y recuerdos. Los libros de cine están cargados de historia de mafiosos, de western, allí conviven de manera bastante ordenada Hitchcock, Chaplin, Nicholson, Hopkins, Brando, Grant y Bogart.

A Julio no le gusta detenerse en torpes asuntos materiales. En cambio le fascina hablar de amor. `Hay palabras que dichas a la ligera pueden sonar a cliché, como parte de un melodrama, pero cuando uno las dice desde el alma son verdaderas. Hoy mi hija Luna cumple 18 años y yo le digo que ella es todo para mí, que yo estoy viviendo para ella y sé que es recíproco. Y con su mamá (la actriz y cantante Alejandra Wolff), si bien estamos separados somos amigos de fierro, somos familia, y eso me alimenta el alma, junto con los amigos que son otra parte muy importante en mi vida`.

Calcagno habla con orgullo de sus amigos del teatro pero además mantiene intactos los vínculos con sus amigos de la infancia en el barrio Sur donde nació. `Tenemos ochenta años -en mi caso 82- y ellos me van a ver al teatro`. Con algunos, se conocen desde que tenían seis o siete años cuando iban a la escuela República de Haití de la calle Paraguay. `Es muy fuerte que sigamos siendo amigos y verlos sentados en la platea del teatro`.

Julio se asombra de mantener intactos, frescos y presentes muchos recuerdos de su infancia. `Lo recuerdo todo como si estuviera viendo una película`. Asuntos insignificantes de vida cotidiana como juegos, lugares, sonidos, colores e incluso, olores. Por allí también emerge intenso, doloroso, el asesinato a balazos de su padre, hecho que le marcó para siempre. `Eso me cambió la forma de ser. En aquel momento no se hablaba mucho de psicólogos y psiquiatras como ahora pero yo era un candidato clavado para ir a terapia ya muy chico. Mi madre quedó sola y yo me fui a la calle. Prácticamente vivía en la calle. Muchos de los personajes que he hecho en el teatro los tomé de la calle. A mí me felicitan por mi trabajo actoral pero muchas veces los personajes no fueron creaciones mías sino que los tomé de la realidad, de la propia vida, de la calle, los imité, y el caso más evidente fue en La empresa perdona un momento de locura, que yo imité a un veterano que vivía a la vuelta de mi casa`.

El homicidio de su padre desató la furia de un niño que no podía entender el por qué y menos aún cómo seguir hacia adelante sin el abrazo protector. Así fue que Julio quedó a la intemperie de la vida. `Mucho tiempo después me tomé venganza. Fui violento al principio, quedé mal, hasta que de manera fortuita me encontré con el asesino de mi padre. Escuché su risa y cuando lo vi me di cuenta que era el tipo que había matado a mi viejo. Lo seguí hasta que lo paré en una calle, le dije quién era yo y descargué toda mi furia a golpes. El tipo no se defendió`. Según recuerda Julio, lo golpeó una y otra y otra vez hasta que se detuvo por miedo cuando lo vio lleno de sangre. `Me fui corriendo hasta la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) donde estudiaba y no le dije nada a nadie. Al otro día estaba seguro que me iban a ir a buscar a decirme que lo había matado o incluso pensé en que ya sería noticia en los diarios`. Nada de eso sucedió. El hecho pasó y Julio asegura que ese episodio le hizo bien. `Me descargué de manera violenta pero quedé con el alivio de sentir que cumplí con mi deber. Visto ahora claro que no tenía que haber hecho eso porque para algo está la Justicia pero conmigo quedé en paz, porque viví mi infancia en un barrio honesto, único, genial, pero violento y yo en parte me formé en ese contexto y lo de mi padre fue durísimo para sobrellevarlo`.

Tuvieron que pasar muchos años para que Julio hablara del tema. `Se lo conté a Alberto Candeau. Un día sentí que tenía que hablarlo y se lo dije. El escuchó en silencio, con sumo respeto y me agradeció la confianza por habérselo dicho. Casi no habló. Escuchó, y cuando nos despedimos me miró y con su vozarrón imponente me dijo: hiciste bien Julio`.

El padre

Durante los meses de enero y febrero, Teatro El Galpón ha repuesto la obra `El Padre`, de Florian Zeller, con dirección de Héctor Guido y las actuaciones de Julio Calcagno, Alicia Alfonso, Claudio Lachowicz, Guadalupe Pimienta, Marina Rodríguez y Pierino Zorzini. Estrenada como `Le Pére` en el Teatro Hébertot de París en septiembre de 2012, recibió en 2014 el prestigioso Premio Moliere a la mejor obra francesa del año, premios que también recayó en sus protagonistas originales, Robert Hirsch y Isabelle Gélinas.Tras su estreno en Londres, su protagonista Kenneth Cranham recibió el Laurence Olivier Award al mejor actor, en 2016, mientras que Frank Langella obtuvo también el mismo año el premio Tony al mejor actor por la adaptación en Broadway. `The Father`ha sido estrenada -entre otros lugares- en Nueva York, Londres y en ciudades españolas como Madrid y Barcelona, cuya versión fue interpretada por Héctor Alterio. En Argentina fue Pepe Soriano y en nuestro país, Julio Calcagno. La obra será llevada al cine protagonizada por Anthony Hopkins y su rodaje comenzará en mayo de 2020.

`Cuando termino cada función la gente me agradece, me abraza y yo siento que estoy cumpliendo cierta misión, ojo, no quiero ser grandilocuente, pero dejo todo en el escenario y termino hecho un desastre, agotado, no puedo más, porque es mucha energía. Y además estoy muy agradecido porque es difícil que a esta edad te lleguen propuestas de esta calidad, de una obra que está impactando en todo el mundo, es muy difícil que te la ofrezcan para hacer. Del mismo modo que con `Potestad` (Eduardo Pavlovsky) que quiero volver a hacer porque la considero una obra cumbre de los derechos humanos que denuncia ciertas cosas que lamentablemente siguen vigentes`. Pavlovsky escribió la obra en referencia al accionar de Alfredo Aztiz, conocido como el `Ángel de la Muerte`. Según la mirada de Calcagno, `además de ser una denuncia imponente, la obra está escrita como los dioses, no es un panfleto, es una obra mayor`.

El teatro y el entretenimiento

En la casa de Calcagno, el tango ocupa espacios y rincones sutiles, mientras Gardel sonríe acompañado por dos estatuillas del Premio Florencio. Se respira teatro, cine y música, mientras las paredes lucen repletas de amor familiar. En un rincón privilegiado, unos guantes de boxeo gritan en silencio a través del reposo cansado, pura intensidad de otra parte de la historia.

`El teatro siempre tiene que entretener. Por más que una obra trate asuntos dramáticos, si no entretiene, algo falló`. Además de El Padre, Julio Calcagno ha trabajado recientemente en Potestad y Aeroplanos. `Son obras en las que sus autores han confiado en la inteligencia del público. Es un gran mérito de ellos, no son obras cuadradas, te obligan a pensar, aunque además te entretienen. Personalmente creo que son obras necesarias. Potestad y El Padre son obras necesarias. Pero insisto, Potestad aún sabiendo que no es redituable porque en la lógica del mercado no trae clientes, es una obra imprescindible y me siento con la necesidad de hacerla`.

En relación a la búsqueda de la felicidad en el trabajo artístico y en función del público, Julio admite que Alberto Olmedo fue uno de los actores que más le impactó. `China Zorrilla siempre decía que Olmedo tenía la capacidad y el talento para haber hecho drama, si hubiera querido, pero él quiso otra cosa, y a mí personalmente verlo actuar me producía felicidad. Tanto él como Niño Manfredi tenían la capacidad de conjugar el humor y el drama, que no es otra cosa que lo que sucede en la vida. Porque la vida es eso. Y en relación a El Padre me sorprende cómo el autor pudo mecharle el humor a algo tan dramático como es el Alzhéimer. Es muy fuerte. La gente se ríe aunque sabe lo que está pasando, a veces se ríe de los nervios, pero se ríen. Por eso te reitero que son obras que las considero un regalo en esta etapa de mi vida, así como La empresa perdona un momento de locura, fue un regalo en otro momento de mi vida`.

Generaciones

En el panorama teatral de los últimos años, la escena nacional ha tenido trabajando a referencias potentes como Estela Medina, Myriam Gleijer, Pepe Vázquez, Julio Calcagno, entre otros, junto con los que fueron llegando después, como Gabriel Calderón, Sergio Blanco, Santiago Sanguinetti, Roberto Suárez, Mariana Percovich o Marianella Morena.

Para Calcagno, los nuevos dramaturgos tienen un talento fantástico, `pero no sé si ellos nos tienen como referencia`. `Reconozco el talento de estos pero tengo la impresión que apuestan un poco más a los fuegos artificiales -incluso Mariana, que es talentosísima, ni hablemos- pero yo defiendo como prioritario al texto y no a la estética. El texto en el teatro es fundamental, tiene que decir cosas, y creo que esta camada extraordinaria de ahora en parte prioriza la estética. No sé si siempre van al meollo del asunto. Sé que es una mirada casi filosófica la que estoy dando pero creo tiene importancia. Los de la nueva camada en general son autores y directores, y tal vez eso les haga sobredimensionar la estética, que reitero, es muy importante pero es más importante lo que se dice.

La estética, como las luces, la música, el vestuario tienen que estar en función de lo que dice la obra. Esta generación -insisto- todos de un talento de puta madre y que ya nos están sustituyendo, tienen una mirada que en parte no es la que yo tengo. A mí me gusta lo imperfecto, las conversaciones de personas que incluso hablan al mismo tiempo, porque eso es lo que pasa en la vida real. Cuando yo elijo una obra, opto por algo que parece escrito por mí y eso es lo que la gente me agradece`.

El Legado

`A las nuevas generaciones les estamos dejando un mundo que no me gusta. A mi hija le dejo consejos, valores, la palabra, quiero dejarle eso, que sea sensible a lo que le pasa a los demás, que no sea indiferente a lo que le sucede a los demás. Tal vez parezca poca cosa, pero es lo que me gustaría. Sí, tal cual eso quiero, dejarle un buen ejemplo y la sensibilidad`.

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