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Sinopsis
Emma es actriz. Una buena actriz. Pero está al límite. En medio de una función sufre un colapso y termina ingresando a un centro de rehabilitación. Allí empieza un proceso de desintoxicación, enfrentamiento con su pasado y búsqueda de una identidad más allá del artificio y la adicción.
La obra se adentra en los pliegues de su mente, en la fragilidad de la percepción y en las múltiples formas en que actuamos para sobrevivir a las adicciones.
No es una historia de redención. Es una experiencia cruda, lúcida y vital sobre lo que implica reconstruirse cuando todo lo que eres también está en ruinas.
Desde su fundación, nuestro Teatro El Galpón ha ejercido una función social: hacer del teatro un espacio de resistencia, pensamiento crítico y transformación colectiva. Esta obra se inscribe plenamente en esa tradición. La obra propone una reflexión urgente sobre la presión de alcanzar el éxito en una sociedad atravesada por lógicas de producción, rendimiento y autoexplotación. Al mismo tiempo, interroga los sistemas de salud mental y rehabilitación, el abordaje de las adicciones y la imposición de relatos normativos sobre lo que significa ser una persona “sana”
Montar esta obra implica asumir una postura política frente a estos temas. En un mundo que anestesia, patologiza o criminaliza el sufrimiento y a los adictos, esta obra lo pone en escena sin filtros.
Personas, lugares y cosas de Duncan Macmillan no sólo ofrece una mirada cruda, contemporánea y honesta sobre estos temas, sino que logra hacerlo desde una propuesta escénica impactante, dinámica, lúcida y conmovedora.
Como institución artística, ya hemos abordado problemáticas profundas como la vejez y el sistema de cuidados a través de dos obras recientes de gran impacto. Ahora, Personas, lugares y cosas viene a ocupar el otro polo de esta conversación social: la juventud, sus fragilidades y sus estrategias de supervivencia emocional en un mundo que muchas veces se vuelve inhabitable.
Lejos de ofrecer una moraleja, esta obra abre el diálogo, incomoda, conmueve y nos obliga a mirarnos. En una sociedad donde muchos jóvenes recurren a sustancias para soportar la presión, la soledad o la ansiedad, el escenario se transforma en un lugar de revelación y de resonancia colectiva.
Programar esta obra es, en sí misma, una forma de cuidado.
Diseño de escenografía: Gustavo Petkoff. Diseño de vestuario: Soledad Capurro. Diseño de sonido: Leonardo Croatto. Diseño de iluminación: Martín Blanchet. Diseño audiovisual: Omar Izaguirre. Entrenamiento vocal: Amparo Zunín. Fotografía y diseño: Alejandro Persichetti. Traspunte: Esteban Gervaz Fernández. Asistencia de dirección: Lucil Cáceres Roca. Producción Ejecutiva: Vladimir Bondiuk Petruk. Una Producción de Teatro El Galpón.